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Cartelera recomendada (julio-agosto 2022): El vendedor de sueños

5 agosto 2022

Artículo publicado en la revista El Granito de Arena de julio-agosto de 2022.

No olvidemos lo esencial

Basada en la novela de Augusto Cury, con más de 30 millones de libros vendidos, El vendedor de sueños es una película brasileña en la que un mendigo logra salvar a Julio César, famoso psiquiatra, desilusionado de la vida, que planea suicidarse desde lo alto de un edificio. A partir de ese momento ambos entablarán una amistad que les llevará a asumir una nueva manera de vivir.

El vendedor de sueños

Duración: 93 minutos
País y año: Brasil, 2017
Dirección: Jayme Monjardim
Dónde verla: Netflix, Gloria.tv, DVD.

El misterioso y desaliñado hombre que salva a Julio se presenta a sí mismo como «el vendedor de sueños». Vende lo que el dinero no puede comprar: coraje para los inseguros, osadía para los fóbicos, sensatez para los incautos y para los suicidas una pequeña coma, para que continúen escribiendo su historia incluso cuando el mundo se les cae encima. ¿Quién es ese mendigo? ¿Qué le ha llevado a vivir así?

Este curioso y enigmático personaje despierta la curiosidad de todo aquel que le rodea hasta el punto de convertirse en todo un influencer del mundo moderno tras viralizarse un vídeo en el que aparece hablando en un lugar público. Cada vez, un tumulto mayor de personas tratan de localizarle para escuchar sus sabias palabras acerca de la vida, la muerte, la familia, el perdón y lo que significa ser rico y pobre.

Estilo deshumanizador
La película hace una fuerte crítica al estilo de vida empresarial que impera en la sociedad moderna. Nos muestra con increíble realismo cómo viven hoy muchos hombres y mujeres de negocios. La presión por el éxito, el aumento del beneficio o el crecimiento económico, lleva a muchos empresarios a desvivirse por su trabajo, provocando, con demasiada frecuencia, tensión, estrés, desequilibrios emocionales, temor a perder el empleo, etc., repercutiendo, como es lógico, en la calidad de vida familiar, en el bienestar personal, en la estabilidad psicológica o en la propia salud corporal. Se vive pendiente de la eficacia empresarial, sin prestar atención al sentido de la propia vida y de lo que se hace con ella.

La película nos ayuda a reflexionar sobre lo que realmente es esencial y relativo en la vida. Nos enseña que para obtener el verdadero éxito tenemos que esforzarnos por conseguir aquello que el dinero no puede comprar y que, en muchas ocasiones, recibimos de forma gratuita. Pero al estar tan absortos en nuestro pequeño mundo no nos damos cuenta…

Afrontar las dificultades
«Cada cuatro segundos alguien intenta suicidarse» –se dice en la película– sin tener en cuenta el dolor que deja a familiares y amigos. Contrasta fuertemente este hecho con la certeza de que en el fondo de cada ser humano hay una llamada a la vida, a la felicidad, a la plenitud. ¿Qué está pasando?

La película aborda el tema de la resiliencia, es decir, la capacidad que tiene una persona para hacer frente a las situaciones adversas de la vida, como la muerte de un ser querido, un accidente, etc.

En un mundo en el que el éxito y el bienestar son los parámetros de felicidad se hace muy difícil aceptar que el fracaso, la frustración y la derrota también forman parte de la vida. «Si todo tiene que estar bien para sentir un poco de alegría es que somos esclavos de las circunstancias», nos enseña el vendedor de sueños.

Como cristianos estamos llamados a la libertad. Sabemos que el mal y la adversidad no tienen la última palabra; por eso, la manera en que afrontamos las dificultades es ya un importante testimonio de fe. Podemos vivirlas con desesperación, con huidas o refugios en adicciones; o vivirlas con la confianza de saber que nuestra vida está en las manos de un Dios providente que nos quiere, que vence el mal haciéndose cargo de él. Y que, como dice el Catecismo de la Iglesia Católica, citando a san Agustín, Dios, «siendo supremamente bueno, nunca permitiría que existiera ningún mal en sus obras, si no fuera lo suficientemente poderoso y bueno para extraer el bien del propio mal […] por caminos que sólo conoceremos plenamente en la vida eterna» (nn. 311. 324).

Testigos de la verdadera vida
«Los suicidas nunca quieren matarse, quieren matar su dolor», es otra de las frases de la película. Hoy sabemos que detrás de cada intento de suicidio hay una tremenda historia de sufrimiento vivida en soledad. Por eso, hoy más que nunca, las personas necesitan un acompañamiento; tener a alguien con quien compartir los fracasos y frustraciones, los problemas y preocupaciones; alguien que les escuche y les ayude a relativizar, a valorar lo esencial y olvidar lo trivial.

En este sentido, los cristianos estamos llamados a anunciar lo que hemos visto y oído; es decir, a acercarnos a las personas que sufren para llevarles la esperanza, la paz y el gozo que nosotros hemos experimentado en el encuentro con Cristo. Hemos recibido la misión de ser testigos de la verdadera fuente de vida, esa que nosotros, la Familia Eucarística Reparadora, hemos descubierto en Jesús Eucaristía.

La película nos muestra que podemos pasar por la vida simplemente ocupados en nuestros propios asuntos, encerrados en nosotros mismos; pero también podemos pasar por la vida haciendo el bien: poniendo paz en el conflicto, alegría en la tristeza, esperanza en la frustración… Así vive el protagonista de la película. La clave para ello es vivir desprendido de sí mismo. No es casualidad que el protagonista de la trama sea un mendigo, pues, como dice el papa Francisco: «Solo el corazón que no se deja secuestrar por la prisa es capaz de conmoverse, es decir, de no dejarse llevar por sí mismo y por las cosas que tiene que hacer, y de darse cuenta de los demás, de sus heridas, de sus necesidades» (Ángelus 18/7/2021).

¡Qué bonita misión: ser vendedores de sueños; dar aquello que el otro necesita aunque no se atreva a pedirlo, o quizás ni siquiera sea consciente! Y hacerlo sin protagonismos, sin esperar reconocimiento.

Ana Mª Cayuso Prados, m.e.n.
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