Pliego central (mayo 2023): Así conocí a san Manuel
Artículo publicado en la revista El Granito de Arena de mayo de 2023.
Aun sin saberlo, san Manuel había sido compañero de camino
Comentábamos en las últimas páginas del anterior número de El Granito que no sabíamos cómo había surgido, en Estados Unidos, este deseo de conocer más a san Manuel y leer sus escritos. Posiblemente el libro The Bishop of the Abandoned Tabernacle ha sido el responsable de sembrar esa inquietud y cercanía en muchos corazones. Por ello hemos pedido a su autora que nos cuente cómo conoció ella a san Manuel y se decidió a escribir y traducir algunos números de sus Obras Completas.
Mi nombre es Victoria Schneider. Nací en el Callao, Perú, y soy la mayor de cinco hermanos, uno ya fallecido. Mi familia, aunque eran católicos, no iban a Misa. Mi educación primaria y secundaria fue en escuelas protestantes. Cuando recibí la primera Comunión, recién desde ese momento, sentí el deseo de ir a Misa los domingos. Teníamos una iglesia a siete cuadras de la casa y ahí iba por mi cuenta. Mi hermana menor cuenta que jalaba a los hermanos para que fueran a Misa conmigo. Yo no lo recuerdo, pero ella sí, pues ahí íbamos caminando. Curiosamente, era la iglesia de María Auxiliadora, a quien le profeso especial devoción (más aún, he nacido en su fiesta). Mucho me ha sorprendido conocer, muchos años después, que también san Manuel era muy devoto de ella (tanto que fue en su santuario de Sevilla donde celebró su primera Misa). ¡Cuántas cosas me han unido desde siempre a san Manuel!, aunque no lo supiera por entonces…
Traslado a América del Norte
En enero de 1966 vine a Estados Unidos para trabajar en un organismo internacional. Luego de tres años, conocí a mi esposo, Harald, que es de Alemania y nos casamos en 1969. Aunque Harald no era católico, nuestro matrimonio fue por la Iglesia. Al año y medio tuvimos nuestra primera hija, Karin, quien nació con parálisis cerebral. Esto fue un gran choque para mí. Casi como que me alejé de Dios, diciéndole: «por qué me das este castigo cuando vine aquí para ayudar a mi familia en el Perú». Mi asistencia a la Misa decayó.
Cuando Karin tenia 6 años y no podía sentarse bien, ni caminar, ni hablar, con mi esposo nos inscribimos en un programa de rehabilitación para ella. Los dos seguíamos trabajando con una pequeña ayuda en la casa. El programa requería hacerle a la niña ejercicios casi las 24 horas del día. Esto lo hicimos por espacio de dos años. Como pudimos, conseguimos voluntarios. En la oficina donde trabajaba había una señora, esposa de un sacristán, que me invitó a que fuera a un servicio de Biblia y sanación. Le dije que no podía pues estaba ocupada con los ejercicios de Karin. Me dijo que ella vendría a ayudarme (era sábado). El servicio me impactó muchísimo y sentí el deseo de volver a la Iglesia y, sobre todo, de leer la Biblia.
Deseo de conocer más Dios
Como a los dos años, en junio de 1994, fui a Medugorje y el Espíritu Santo impactó en mí el deseo de aprender más sobre mi religión. A mi regreso, conocí a un sacerdote, el padre José, que asistía a una clase de Biblia que yo también estaba tomando. Le pregunté si podía ser mi director espiritual y accedió. Desde ese entonces él empezó a instruirme, como se dice, desde abajo, en nuestra fe y sobre todo en la Eucaristía. Fue el padre José quien me presentó, por así decir, a san Manuel (que aún no era beato). Me hizo ver la importancia de las Escrituras, de la Eucaristía y de su poder.
Como un paréntesis, este poder de las Escrituras, del cual san Manuel lo enfoca tanto, yo lo atestiguo que es eminentemente real. He visto curaciones de mi hija y de mi esposo a través del poder de la Palabra de Dios. Lo mismo en mí personalmente. Milagros verídicos. También el milagro más grande: mi esposo se convirtió al catolicismo en el año 2000 sin que yo le empujara ni se lo pidiera. Ahora, conmigo y con otra persona, forma parte del programa de la adoración eucarística perpetua en nuestra iglesia.
En todos los momentos de nuestras vidas siempre hay dos caminos: uno de rebeldía y uno de aceptación.
Cuando volví a la Iglesia de lleno, le pedí perdón a Dios por haber considerado la discapacidad de mi hija como un castigo. Por el contrario, descubrí que, en realidad, había sido un regalo, pues por medio de ella he visto y veo la mano de Dios en acción. Como mencioné anteriormente, el padre José me hablaba tanto de san Manuel que me entró la curiosidad de ir a visitar su tumba en Palencia. Pero no fue sino hasta junio del 2001 en que mi esposo y yo fuimos a conocer el último lugar donde D. Manuel fue obispo. Fue en ese entonces que compré los primeros tres volúmenes de sus escritos.
Al regreso de nuestro viaje, los tres tomos fueron colocados en mi estante de libros. Como los vi tan gruesos, siempre decía: «más tarde los leeré». Ese «más tarde» llegó en el año 2008. Mensualmente publico unas meditaciones tomadas de distintos libros eucarísticos para quienes asisten a nuestra capilla de adoración. Se acercaba el mes de junio y el Espíritu Santo me iluminó para que cogiera uno de los libros de san Manuel e intentara traducir alguno de sus escritos y publicarlo en las meditaciones del mes. Fue así que tomé algunos números del libro El abandono de los Sagrarios acompañados (OO.CC. I, nn. 134, 141, 144). Luego, para la Navidad del año siguiente, hice lo propio con el capítulo: «Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron», del libro Qué hace y qué dice el Corazón de Jesús en el Sagrario (OO.CC. I, nn. 423-425).
Cómo surgió The Bishop…
En marzo de 2016 tuvimos en mi parroquia una misión eucarística dirigida por el Rev. Sean Davidson. Al cabo de la misión invité a mi párroco y al padre Sean a cenar a mi casa. En la cena se dio la conversación sobre los santos eucarísticos y les mencioné al beato Manuel González, pues para entonces estaba leyendo con mucho entusiasmo sus escritos. Por supuesto que no lo conocían, ya que era de España y no había nada de él en inglés. En ese tiempo el padre Sean estaba en Nueva York como Superior regional de los Misioneros de la Santísima Eucaristía, cuya casa principal está en Francia. Le di copias de las dos traducciones que había hecho para que las leyera a su regreso.
A las dos semanas de su regreso, el padre Sean me llama telefónicamente y me dice que estaba muy impactado por los escritos, hasta con lágrimas en los ojos, y me pide que siguiera traduciendo los escritos del beato. Su pedido me sorprendió y le dije que no podía hacerlo, pues yo traducía del inglés al español pero no al revés. Además, le dije, mi inglés no es tan bueno como para escribir una traducción de tal magnitud, especialmente cuando el español del beato a veces es un poco difícil. Él me insistió y por último me dijo: «Tienes que hacerlo, pues creo que Dios lo pide y llegará a muchas partes del mundo y yo te ayudaré con el inglés». «Bueno, le dije, si es la voluntad de Dios trataré de hacerlo, pero usted publicará el libro». «Yo lo haré». me contestó.
Dificultades y alegrías
Dos días después me pregunté, pero, ¿y que libro voy a traducir? ¡Son casi 30 los que están en sus Obras Completas!
Decidí consultarle al padre al respecto y me aconsejó que me pusiera frente al Sagrario con los libros de san Manuel y que dejara que el Señor me iluminara. Así fue como escogí números de Qué hace y qué dice el Corazón de Jesús en el Sagrario, El abandono de los Sagrarios acompañados, Aunque todos yo no y Si viviéramos nuestras Misas.
En mayo de 2016 empecé a traducir. Me di conque había escritos en los que no entendía bien el español. Se me vino a la mente contactar a alguien de la congregación de Misioneras Eucarísticas de Nazaret (fundada por san Manuel) en España. Tal vez la Madre superiora me podía ayudar en esta tarea, ya que no quería tratar de adivinar el pensamiento de D. Manuel, sino escribir su verdadero mensaje. En mi búsqueda, el Espíritu Santo y san Manuel pusieron en mi camino a la Hna. Ana Mª Palacios quien se ofreció a ayudarme muy gustosamente. ¡Y qué gran ayuda la que me brindó mi tan querida Hermana, desde ese momento hasta cuando terminé de hacer las traducciones!
Sorpresa ¡con susto incluido!
En septiembre de 2016, tuve ocasión de reunirme con el padre Sean en un retiro que él predicó en Nueva York. En esta oportunidad le iba a entregar toda la traducción para que él publicara el libro. Cuando me vi con el padre, me dijo que él también tuvo un retiro privado y que el Señor le habló claramente. El mensaje del Señor fue que él no podía ser el autor del libro. Acabado de decir esto, le dije que, entonces, la traducción se quedaría en un cajón. «No, me dijo, tú vas a ser la autora pues tú has hecho todo el trabajo». Me quedé de una sola pieza y le respondí que cómo lo iba a hacer, si yo nunca había publicado ningún libro. «No te preocupes, me dijo, yo te ayudaré». Me dio nombres de algunas editoriales para enviarles el manuscrito. Al salir de la conferencia me di cuenta que estaba en estado de shock para mí. ¡Me sentía tan inexperta en esta materia!
Cuando me puse en oración, le hablé al Señor preguntándole cómo iba a hacer este trabajo, cuando yo me consideraba un gusano frente al padre Sean, un gigante en su sacerdocio, homilías y escritos. Pero con las Escrituras que me dio, se me quitaron todos los nervios y dudas: «A ti te digo: “Tú eres mi siervo; te he elegido y no te he rechazado. No temas, que Yo estoy contigo, no desmayes, que Yo soy tu Dios. Te daré fuerzas, te socorreré, te sostendré con mi diestra victoriosa”» (Is 41,9-10). Otra Escritura entre varias más: «Porque Yo soy el Señor, tu Dios, que sostengo tu diestra, y te digo: “No temas, Yo te ayudaré. No temas, gusano de Jacob, los débiles de Israel, Yo te ayudaré” –oráculo de tu Señor» (Is 41,13-14). Me impactó mucho esta Escritura, primero, por su mensaje de ayuda y, segundo, porque ¡vaya si tiene chispa el Señor, al darme esta Escritura dirigida a mí que me consideraba un gusano!
En diciembre del 2016 empecé a escribir a las distintas editoriales adjuntándoles el manuscrito debidamente hecho. Pasaron varios meses y a fines de marzo recibí un correo de la editorial Scepter diciéndome que aprobaban mi manuscrito y que estarían interesados en publicar el libro. ¡Gloria a Dios!
En julio de 2018, fuimos de nuevo a Palencia a visitar a san Manuel y a la Hna. Ana Mª. Nuestra visita fue, por supuesto, más consciente de lo que estábamos visitando, y la Hna. Ana María nos dio un tour fantástico del museo y otros lugares en que san Manuel había estado durante su obispado. Fue una visita inolvidable.
En marzo 2022 recibí un correo del padre Jorge Torres, en ese entonces, secretario general del Avivamiento eucarístico, donde me comunicaba que había leído mi libro y que la Comisión de Obispos habían escogido, junto con el beato Carlo Acutis, a san Manuel como patrono de la Conferencia Nacional Eucarística, a llevarse acabo en 2024 en Indianápolis. Y justo estaban solicitando de la Hna. Ana María reliquia de san Manuel. De más está decir la alegría que me inundó y mi agradecimiento a Dios por este regalo tan grande. Y como dije anteriormente, una Escritura más que recibí y se cumplió con esta noticia fue en Eclesiástico 43,30-33: «¿Cómo seremos capaces de alabarlo? Él es el más grande, por encima de todas sus obras. El Señor es terrible, grandísimo, su poder es maravilloso. Los que glorificáis al Señor, ensalzadle cuanto podáis, pues siempre os quedaréis cortos, pues su majestad es admirable». ¡Amén!
Rápida expansión del libro
El libro se publicó y salió a la venta en abril de 2018 y ya va por la segunda edición (y está disponible en Amazon la versión digital). Además, ha llegado a otros muchos países (sin yo mover un dedo, todo obra del Espíritu Santo y san Manuel). En Irlanda se han distribuido copias a todos los obispos, capillas de adoración en Irlanda, seminarios, arquidiócesis y varias congregaciones religiosas. Esta obra esta siendo realizada por un adorador, John Howard, encargado a nivel nacional de la adoración eucarística en Irlanda. Por intermedio de una amiga mía, recibió copia del libro y quedó tan encantado que tomó como su fin usarlo para promover la adoración en Irlanda. Este mismo señor ha enviado también copias a los obispos del Reino Unido.
A Italia también llegó, ya que el mismo John Howard envió copias a las distintas provincias de la Orden de los Dominicos, especialmente a Roma, donde el padre Jesse Maingot, durante un mes transmitió diariamente por WhatsApp los mensajes de san Manuel a más de 200 visitantes. Este mismo padre entregó copias del libro al rector del seminario North American College, quien lo está usando con los seminaristas.
En Canadá, el padre Mark Goring dedicó las reflexiones diarias de su canal de YouTube (con más de 100.000 suscriptores) para dar a conocer el mensaje de san Manuel.
El libro también ha llegado a Kenia (en África central), donde ha sido traducido al idioma local, y a Uganda. Creo que, indudablemente, el padre Sean fue como profeta cuando me pidió que hiciera la traducción, que llegaría a muchas partes del mundo.
Nunca me imaginé el impacto que iban a tener los escritos de san Manuel en este pequeño libro. Pero, como dije al principio, el Señor tiene un plan en todo lo que Él nos pide, si damos nuestro «fiat», confiando en su ayuda y misericordia.
Y, por supuesto, es de comprender que mi relación con san Manuel aumentó inmensamente. Cada vez que tenía que revisar los escritos antes de enviarlos a la editorial y cerciorarme que todo estaba gramaticalmente correcto, era como si san Manuel se adentraba más y más en mi corazón. Además, ¡no fueron dos ni tres veces que tuve que releer!, sino más de diez, y en todas ellas terminaba siempre con un nudo en la garganta. En cada lectura le pedía hacer lo posible por poner sus enseñanzas en práctica.
Escribir este testimonio ha sido algo muy bello para mí, sobre todo porque me ha permitido rememorar y ver la mano de Dios a lo largo de todo este camino. Para el futuro, me pongo en las manos de Dios y su divina voluntad para seguir traduciendo, cuanto pueda, más de sus escritos, ya que he recibido muchos pedidos, de sacerdotes y laicos, que quieren saber más de las enseñanzas de san Manuel. A Dios toda la gloria.