Pliego central (mayo 2023): Camino a Indianápolis 2024
Artículo publicado en la revista El Granito de Arena de mayo de 2023.
Junto a Jesucristo, por las calles de EE.UU.
Entre los actos del Avivamiento eucarístico que se está celebrando en Estados Unidos, especial realce se le está dando a las procesiones eucarísticas. Muchas diócesis y parroquias las están realizando con claro sentido misionero, llevando a Jesucristo sacramentado por calles y plazas. Además de acercar a Jesús a todas las personas de los barrios y ciudades, estos actos permiten prepararse para las grandes peregrinaciones eucarísticas que atravesarán Estados Unidos de norte a sur y de este a oeste para celebrar en julio de 2024 el Congreso Eucarístico Nacional en Indianápolis.
Año 2024, miércoles 17 de julio en Indianápolis. Alrededor de las 5.30 de la mañana el sol comienza a surgir lentamente en el horizonte. El movimiento en la ciudad, sin embargo, es mayor que el habitual. Es que en pocas horas dará comienzo el 10º Congreso Eucarístico Nacional de Estados Unidos. Miles de peregrinos están arribando, acomodando sus maletas, buscando el hotel, las casas o los polideportivos que les darán alojamiento en las próximas cuatro noches. Coches particulares, autobuses, taxis, trenes, ¡también aviones! Parece como si una fuerza irresistible atrajera a miles y miles de personas hacia el centro religioso de Norteamérica en estos días.
En realidad, desde hace más de dos años la Iglesia católica estadounidense se está preparando para este acontecimiento de gracia tan especial. El pistoletazo de salida oficial fue el domingo 19 de junio de 2022, con la celebración de la solemnidad del Corpus Christi. En ese momento comenzó el año diocesano del Avivamiento eucarístico. Un año (litúrgico) después daría comienzo el año parroquial en el Corpus Christi de 2023.
La diócesis de Fort Wayne–South Bend tuvo una especial misión en este cambio de etapa. El 4 de junio, tras celebrarse la Misa en la concatedral de la Inmaculada Concepción (en Fort Wayne), un numeroso grupo de fieles (laicos, sacerdotes, obispos, religiosos) partió con el Santísimo, en procesión eucarística, recorriendo calles y pueblos hasta arribar, una semana después, a la concatedral de San Marcos, en South Bend. Más de 120 km (o casi 80 millas, según quien lo dijera) en los que Jesús Sacramentado acompañó, visitó, bendijo y se compadeció, desde su presencia eucarística, llevando la paz a sus hijos, a todos sus hijos, aunque algunos no creyeran en Él (aún).
No habían sido pocos los detractores de este tipo de procesión. En realidad, era una aventura arriesgada en cuanto a la organización. Se necesitaron cientos de voluntarios (en realidad surgían de a miles quienes deseaban unirse, ayudar, orar, acompañar a Jesús por las calles de sus ciudades y presentarle a sus amigos, sus conocidos o sus vecinos) y mucha ayuda de los organismos gubernamentales: policías, ayuntamientos, servicios médicos o de emergencias. Pero, ¡valía la pena intentarlo! ¡Dios desea estar cerca de sus hijos! ¿Por qué, si no, ese empeño en venir a morar en cada Sagrario, en darse como comida en cada Eucaristía, en no cesar de obrar milagros de paz, gozo y reconciliación en todo el mundo?
Así lo pensaba Mons. Cozzens, obispo de Crookston (Minnesota) y responsable del Avivamiento eucarístico. Así lo dejó ver claramente en una entrevista que el digital The Pillar le hizo a finales de noviembre de 2022: «La idea es muy sencilla. Queremos invitar a los jóvenes para que caminen, peregrinando, junto a Jesús. Bueno, en realidad, vamos a invitar a todas las personas, sean jóvenes o no, mientras deseen peregrinar junto a Jesús en el Santísimo Sacramento, atravesando de extremo a extremo nuestro país, para llegar a Indianápolis».
Como si de una gigantesca cruz se tratase, cuatro peregrinaciones caminarían hacia Indianápolis. Todas comenzarían el 18 de mayo con la celebración de la Eucaristía dominical para arribar conjuntamente el 16 de junio, es decir, la víspera de inicio del Congreso Eucarístico.
«Deseamos que la mayor parte del trayecto se realice caminando, afirmó Cozzens en la entrevista, pero, obviamente, no siempre será posible. Hay zonas desérticas en las que se utilizará un vehículo (que seguramente recordará el papamóvil a quien lo vea). Pensamos que haya dos tipos de procesiones. Las que denominamos procesiones mayores serán similares a las realizadas para la solemnidad de Corpus Christi. Principalmente en los alrededores de las ciudades y poblaciones más numerosas, si así lo desea el párroco o el obispo, se llevará el Santísimo bajo palio, acompañado de cruz procesional, velas, incienso, etc., mientras se cantan himnos y se van realizando oraciones, intercesiones, etc. En cambio, para los miles de kilómetros (fuera de estas mismas ciudades) se realizarán procesiones menores, que podrán ser de tres tipos. Una posibilidad es que sea un procesión simple, en la que el presbítero o diácono lleva el Santísimo Sacramento en la custodia, pero sin palio, y con personas peregrinando en actitud orante.
Otra posibilidad es la utilización de un vehículo (por cierto, será eléctrico), similar al utilizado en las canchas de golf, y que se pondrá en prueba en el verano de 2023. Tiene seis asientos (además del sitio para el conductor) y en el centro tendrá un pequeño altar donde colocar el Santísimo Sacramento y las velas. En los asientos traseros, dos adoradores acompañan al Santísimo con la oración. Este vehículo puede circular lo mismo en una autopista (siempre a paso de hombre) y, si lo desean, los peregrinos también podrán caminar tras él.
La tercera opción para la procesión menor se dará en los casos en los que no hay ciudades por cientos de kilómetros (por ejemplo, será necesario atravesar el desierto de Nevada). Está previsto que el traslado se realice en una furgoneta, pero siempre acompañado por, al menos, dos adoradores, durante estos trayectos despoblados».
Emaús, siglo XXI
Tras su resurrección, Jesucristo quiso acompañar a dos de sus discípulos que caminaban, tristes y desanimados, regresando de Jerusalén. Junto con la compañía, sus palabras y su presencia les infundió paz, les ayudó a mirar lo ocurrido con una mirada nueva y, finalmente, se reveló a sí mismo en la fracción del pan. De forma similar, los católicos de Estados Unidos tienen ocasión, en estas peregrinaciones eucarísticas, de encontrarse con este compañero de camino tan especial. Es Él quien se acercará a ellos. Son ellos quienes pueden dejarse llenar de su paz al escuchar su palabra.
Por supuesto que las peregrinaciones eucarísticas que caminarán hasta Indianápolis serán de las más largas de la historia y pretenden hacer memoria y actualizar el encuentro de aquellos peregrinos de Emaús, 20 siglos después.
Cuatro rutas, un solo Señor
Desde la frontera sur con México partirá la ruta Juan Diego, en la ciudad de Brownsville (Texas), serpenteará alrededor del Golfo de México y atravesará la región sureste de Estados Unidos en su camino hacia Indianápolis. Esta ruta lleva el nombre de san Juan Diego, cuya visión de Nuestra Señora tuvo un enorme impacto en el carácter espiritual de Norteamérica. De hecho, la Virgen de Guadalupe es, también, patrona oficial del Avivamiento eucarístico. Algunas paradas en el camino serán la diócesis de Corpus Christi y Nashville y las archidiócesis de Galveston–Houston, Nueva Orleans, Mobile y Atlanta.
La ruta de la sierra, que debe su nombre a san Junípero Serra, partirá de San Francisco (California), desde la costa del Pacífico. Este brazo occidental de la peregrinación cruzará a pie las Montañas Rocosas y las grandes llanuras. Bautizada con el nombre del «Apóstol de California», esta será la ruta más larga y desafiante: ¡más de 3000 km! Durante este recorrido el Santísimo se detendrá en las diócesis de Salt Lake City y Kansas City–St. Joseph y en las archidiócesis de Denver, Omaha, Kansas City–KS y San Luis.
En la cabecera del Mississippi, en Lago Itasca (Minnesota), comenzará el brazo norte de la peregrinación, descenderá por el medio oeste de Estados Unidos, pasará por Wisconsin e Illinois, y se reunirá con las otras tres rutas de peregrinación en el Congreso de Indianápolis. La así denominada ruta mariana debe su nombre al Santuario Nacional de Nuestra Señora del Buen Socorro, el primer y único lugar de apariciones marianas aprobado en Estados Unidos. Algunas de las paradas serán las archidiócesis de Saint Paul y Minneapolis, Milwaukee y Chicago y la diócesis de Fort Wayne–South Bend.
Finalmente, desde el Océano Atlántico, la ruta Elizabeth Ann Seton partirá de New Haven (Connecticut). El brazo oriental de la peregrinación comenzará cerca de la costa atlántica, atravesará la diócesis más antigua de Estados Unidos y cruzará los montes Apalaches. La ruta lleva el nombre de santa Elizabeth Ann Seton, la primera santa nacida en Estados Unidos que fue canonizada por la Iglesia católica. Algunas paradas serán las archidiócesis de Nueva York, Filadelfia, Baltimore, Washington y Cincinnati, y la diócesis de Steubenville.
Amor eucarístico
El Avivamiento eucarístico ha sido ocasión para vivir la coherencia eucarística en la caridad hacia el prójimo, en concreto a través de las obras de misericordia. Las cuatro peregrinaciones eucarísticas también serán ocasión propicia para volverse a las necesidades de los hermanos. «Nada impide, afirma Cozzens a The Pillar, que al llegar a una ciudad los peregrinos se detengan para ayudar en las obras del banco de alimentos. De hecho, son muchos los obispos que insistieron en la necesidad de enfatizar la Eucaristía como sacramento de caridad y por ello vemos indispensable mostrar la dimensión social de la Eucaristía. Queremos expresar con obras que la fe en Jesucristo en la Eucaristía está teológica y espiritualmente conectada con el ministerio eclesial de la caridad». Fue este el objetivo perseguido cuando se hizo público uno de los primeros spots de invitación al Congreso de Inadianápolis, donde santa Teresa de Calcuta afirmaba sin ambages que solo viviremos una existencia eucaristizada cuando seamos capaces de partirnos (como el pan) en el servicio por los demás, sobre todo los más vulnerables: «Eso significa convertirse en pan de vida» para los demás.
Por supuesto que los obstáculos no fueron pocos y tampoco faltaron reticencias. ¡La organización de un evento de semejante magnitud exigía muchos y cualificados colaboradores! Sin embargo, si Dios lo quería, ni el mayor escepticismo podría borrar la ilusión que el Espíritu había comenzado a sembrar hacía varios años. Como tantas veces había repetido Mons Cozzens: «No se trataba de crear un programa sino de encender fuego en los corazones».