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Partícula para eucaristizarnos – Diciembre 2014

4 diciembre 2014

Artículo publicado en la revista “El Granito de Arena” de diciembre de 2014.

«Ante vuestros desalientos por la poca o ninguna cosecha, pensad que esto, el cosechar, no es vuestro, sino el sembrar. A eso vais a los pueblos; sembrad bien y buena semilla, y lo demás ¿qué os importa?»

Florecillas de Sagrario: OO.CC. I, 676

No todos los trabajos que las personas realizamos son conocidos. Pero casi todos sabemos del trabajo del labrador, del cultivo de la tierra. Y una característica del labrador es que el trabajo de la siembra lo hace con realismo, pero también con confianza. Sabe que la siembra se puede echar a perder en algunas de las tierras donde esparce la semilla. Pero eso no le desalienta, ningún labrador deja por eso de sembrar.

Jesús relata la parábola del sembrador basado en esta realidad que Él conocía de los labradores de Galilea. Y lo cuenta porque era lo que hacía, sembraba su Palabra por donde pasaba, aunque no siempre tenía la acogida que era de esperar, sembraba gestos de bondad, perdón y misericordia hasta en los ambientes más impensables, entre gentes muy alejadas de las creencias religiosas. Contó la parábola del sembrador para mostrarnos que hay que sembrar con una entrega total y una fe inquebrantable, aun sabiendo que está la posibilidad de un trabajo estéril, que puede echarse a perder.

Toda nuestra vida de creyentes debe estar determinada por el ciclo de sembrar y cosechar. Sembrar es nuestro quehacer, pero no siempre sabemos aceptar que el tiempo de la cosecha no nos corresponde. «Yo planté, Apolo regó, pero Dios ha dado el crecimiento. Así que ni el que planta ni el que riega es algo, sino Dios que da el crecimiento» (1 Cor 3,5-9).

Esto ocurre con el Reino de Dios, no faltan obstáculos y resistencias en su difusión, pero la fuerza de Dios dará su fruto. No debemos dejar de sembrar. «Viene bien no olvidar que nosotros también somos los sembradores. Dios siembra la buena semilla, y también podemos hacernos la pregunta: ¿Qué tipo de semillas sale de nuestro corazón y de nuestra boca? Nuestras palabras pueden hacer tanto bien y tanto mal, pueden sanar y pueden herir, pueden dar fuerzas y pueden deprimir. Recordad: lo que cuenta no es lo que entra, sino lo que sale de nuestra boca y de nuestro corazón» (Papa Francisco, 13/7/2014).

En la tarea que encomienda Jesús no se necesitan cosechadores. Lo nuestro no es cosechar éxitos, tomar la calle, llenar las Iglesias, imponer nuestra fe religiosa. Necesitamos sembradores. Seguidores de Jesús que siembren por donde pasan palabras de esperanza y actitudes y gestos de misericordia. «Hemos sembrado y seguiremos sembrando con paciencia y perseverancia, con la certeza de que es el Señor quien da el crecimiento» (Papa Francisco, 19/10/2014).

Sin duda necesitamos cambiar de mentalidad, convencernos de que lo que hemos de suscitar entre nosotros es ir pasando del empeño por cosechar a la paciente tarea de sembrar. Jesús nos dijo lo que teníamos que hacer por medio de la parábola del sembrador, no la del cosechador.

«Cuando voy de Visita Pastoral –escribe el Bto. Manuel González–, no tengo tiempo de explanar todas estas cosas. Quedo contento cuando cumplo mi deber sembrando. Dios no me pide más.

No me preocupo de la cosecha. Ni siquiera pregunto –cuando voy por segunda vez al pueblo– si han hecho algo de lo que yo recomendé. Si me lo dicen lo oigo, sino, no pregunto por ello. La recolección toca a otro. Él sembraba, sembraba, pero los ojos no los ponía en los surcos esperando la espiga. ¡A él, solo la fatiga de la siembra!» (El Obispo del Sagrario abandonado, 6ª ed., pp. 455. 453).

Hna. Mª Leonor Mediavilla, m.e.n.
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  1. Juan permalink
    12 diciembre 2014 11:44

    ME HA GUSTADO MUCHO EL ARTICULO, DEL SEMBRADOR: LA MAYOR PARTE DEL TIEMPO NOS ABANDONAMOS, Y HAY TANTA GENTE QUE SE ABANDONA ESPIRITUALMENTE. ES VERDAD LO QUE DICE EL OBISPO DEL SAGRARIO ABANDONADO. ES COMO SI AL MISMO TIEMPO DIJERA: NO ANDEIS COMO SAGRARIOS VACIOS ABANDONADOS NO OS ABANDONEIS, LA EUCARISTIA ES EL AGUA QUE SOLO PUEDE REGAR LA SEMILLA QUE DIOS PLANTO EN CADA UNO DE NOSOTROS. ABANDONAR LA EUCARISTIA, ES ABANDONARNOS A LA SEQUIA Y MUERTE DE NUESTRAS PROPIAS ALMAS. JESUS NO ES EL ABANDONADO. NOS ABANDONAMOS NOSOTROS AL NO RECONOCER AL MAESTRO EN LA EUCARISTIA. DEJAD QUE CADA AMANECER EUCARISTICO VAYA ILUMINANDO LOS RINCONES MAS OSCUROS DE NUESTRO SER.
    ¿ Hermanas quiero pertenecer a la uner? Gracias. QUIERO AYUDAR SER TESTIMONIO VIVO.

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